17/11/2008
FESTIVAL DE CINE MAR DEL PLATA 2008
Por Elsa Bragato Terminó el 23 Festival Internacional de Cine de la ciudad de Mar del Plata, calificado como Festival A. Cerca de 400 películas, divididas en secciones, un homenaje más que merecido a Leonardo Favio, la restauración y exhibición de películas cómidas argentinas, incluyendo una de Niní Marshall, y una sola figura de renombre internacional: Tommy Lee Jones, que tiene campos en Lobos, o sea, cerquita, nada de inversión en otras figuras de primer nivel.
El público respondió mucho menos que en años anteriores. Un cálculo indica que, en el 2005, hubieron 80.000 personas y ahora tan solo 20.000. Esto significa que hubo una movilización de fondos, pasajes y hotelería, para cientos de personas que están relacionadas con el medio de la crítica pertenezcan o no a medios gráficos, radiales, televisivos, y demás. Internet y sus sitios: uno de los grandes olvidados en todos los festivales de Sudamérica. En segundo término, el otro “significado” de esta notable merma en los espectadores se debe a la programación.
Los pocos títulos que nos llegaron a los que estamos en Buenos Aires, los premios Astor concedidos y que vimos a través de la pantalla de canal 7, el sábado 15, a las 22, nos dan la pauta de que ha sido un festival para “entendidos” y no un festival para el público, que es el verdadero destinatario de todos los productos cinematográficos y artísticos, en general.
T.L. Jones se caracterizó por su mal genio, proverbial en él, y no anduvo paseando por la ciudad como se lo esperaba, según comentarios de colegas amigos. Una charla, bueno, suficiente para su presencia, y la consabida “marca de sus manos” en la vereda de los artistas, un recuerdo de los grandes en este mundo del subdesarrollo que se empeña en seguir siéndolo.
Por qué somos tan drásticos? Es muy simple: el año pasado, el primer festival de cine en San Luis tuvo, en competencia, películas de gran valor artístico y comercial que luego pasaron a la cartelera del país y anduvieron bien. Nada de cientos de filmes para demostrar que “aquí se puede y entendemos todo”. No, un festival medido y con clase para elegir las películas.
En cambio, en Mar del Plata se ha dado todo lo contrario: clase, sí, pero para algunos. Analicemos un poco: si un film como Shara, de Naomí Kawase, que contó con el apoyo mayoritario de la crítica, entre los que quien esto escribe se incluye, no fue un éxito de taquilla, ¿qué se espera de filmes daneses, japoneses, y otros similares, excelentes pero sin “plafón” suficiente como para andar más o menos bien en los cines del país? Se aplicó un criterio intelectualoide ( cine de autor para los pocos que conocen ciertos autores, ciertos géneros ciertas especialidades de montaje y narración cinematográfica) porque lo exhibido no es un cine que ayude a la industria ni al comercio nacionales. Si se exhiben películas japonesas cuyos autores no tienen la suficiente difusión en los medios, es difícil que el público gaste una entrada (muy caras todas y en todas partes) para verlos. Va a ir a lo seguro, al nombre del actor que conoce, al director que sigue. Esto es así.
A nuestra industria no la ayuda porque está desguasada: no tiene banda sonora, no tiene guionistas de valía, no hay creatividad, aunque se produzcan 80 títulos anuales. De éstos, podemos elegir uno y con suerte a la hora de votar para quienes tenemos esa responsabilidad cultural. El festival mismo las ha desplazado en un altísimo porcentaje.
Si no hay dinero para contratar a las figuras que atraen, entonces tampoco hay dinero para invitar a los amigos de turno o de siempre a pasear por el festival y no cubrirlo. Las arcas están vacías para todo y todos. Se sigue con el amiguismo, con el “proteccionismo” a unos cuantos que están hartos de ir a los festivales pero no a sus eventos y pelean y fotocopian las entradas a los mismos para sacarse “fotos con los famosos”.
Parece que el criterio de quienes organizan estos eventos, en este caso el INCAA, sigue estando fuera del gusto del público; no tendría intención, por lo visto, de agradar al Soberano sino de autoelogiarse, de mirarse el ombligo, por el material que pudieron conseguir, mucho del cual ya fue exhibido en otras muestras o tiene varios años como el film que se presentó de Tommy L. Jones (fue exhibido hace tres años y se consigue en cualquier lugar, “Las tres muertes de Melquíades Estrada”).
Nadie duda de los valores de un film de Hirokazu Kore-eda ni de Kiyoshi Kurosawa pero, curiosamente, el público votó como mejor película del festival a PA-Ra-Da y no es japonesa. Por supuesto, no tiene por qué coincidir el gusto del jurado con el público, pero tanta “brecha” nos hace pensar en que la selección ha sido intelectualoide y fuera del destino comercial que estos festivales deben tener.
Además, este Premio del Público pone de manifiesto que nuestros programadores de cine no entienden que lo comercial no está reñido con lo intelectual, con el buen gusto, con el público consumidor de cine.
Señores del INCAA (sacamos de nuestras apreciaciones al maestro José Martínez Suárez): los festivales se hacen para promocionar películas que luego irán al circuito comercial, ése que juzga el público y al que ustedes desatienden con programaciones pensadas solo para los estudiantes de las escuelas de cine y los cineastas amigos, así como a los comentaristas y críticos cercanos a un núcleo de privilegiados. Los festivales no se hacen para “determinados grupos”, los festivales Clase A son para todos, deben tener amplísimas facilidades para que todos concurran y el material a exhibir debe aunar criterios intelectuales y comerciales, así como no debe haber excusas para invitar a grandes actores y realizadores dado que ellos son los hacedores de ese cine que amamos.
Después se auspician “La semana del cine de…” con el fin de recaudar dinero a costa del periodismo porque esas mismas películas, que podrían o no haber formado parte de un festival como el de Mar del Plata, no consiguen llenar una sala durante una semana seguida (para eso está el BAFICI).
Hay festivales para todos y hay FESTIVALES “para los diccionarios del cine”. Este último festival de Mar del Plata es para un diccionario de películas, nada más.
Elsa Bragato
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