(14/09/2022)
Por Francisco Martín (Ig: @franmartin30)
El cine francés es una de las industrias más prestigiosas del mundo del
entretenimiento y del arte en particular, sus películas más reconocidas
están caracterizadas por sus actitudes disruptivas y gran bagaje intelectual
en su contenido creativo. Esto no es un producto del presente, pues gracias
a cineastas como Jean-Luc Godard y el movimiento de la "Nouvelle Vague"
fuimos capaces de poder apreciar las posibilidades que presenta el cine de
expandir sus horizontes técnicos, artísticos, e incluso espirituales.
Jean-Luc Godard murió el pasado 12 de septiembre a la edad de 91 años. El
medio por el que se produjo su muerte es el controversial suicidio asistido,
una práctica legal y médicamente permitida en Suiza. Según su informe médico,
recurrió a esta práctica a raíz de "múltiples patologías invalidantes". Pero
el final de su vida no fue frío, de hecho su esposa, Anne-Marie Miéville,
explicó que había “muerto en paz en su casa rodeado de sus seres queridos”,
en Rolle, a orillas del lago de Ginebra.
Su
filmografía es tan extensa como fascinante, incluyendo 131 títulos como
director (buena parte de ellos cortos y documentales) entre 1955 y 2018, 76
nominaciones a premios, y 51 galardones. No se podría esperar más de uno de
los padres del movimiento de la "Nouvelle Vague", un movimiento artístico
del cine francés de carácter altamente revolucionario y contracultural el
cual, apropiándose de las fundaciones del lenguaje cinematográfico,
deconstruía y destruía esas convenciones de la lógica del cine. Nuevas
maneras de hacer cine florecieron a partir de esta iniciativa, siendo el
auge del pensamiento divergente e intelectual, en búsqueda de desprenderse
del canon cinematográfico hollywoodense.
Películas como "À bout de souffle (Sin Aliento)", "Adieu au langage (Adios
al lenguaje)", "Masculin Féminin (Masculino-Femenino)" proyectan
claramente su iniciativa (y la del resto del equipo de producción) política
y fímica, películas de espíritu inherentemente revolucionario y un
abanico de expresiones que, antes del movimiento del que fue parte, eran
impensables. El público contemporáneo puede que no encuentre muy
sorprendente o innovadora su artesanía, pero esto es una clara demostración
de cómo sus películas lograron cambiar para siempre el mundo del cine,
logrando dejar un legado ya internalizado, tan claro como sutil. Simplemente,
sublime.
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