(2/6/2023)
Por TÉLAM
Hay recuerdos del hambre, del miedo de llegar a un lugar extraño, con una
lengua diferente. Donde los scones se transforman en “pebetes” de jamón y
queso, y los sones de gaitas en tangos. Pero llegan a escena transformados
en una historia en verso con escenas de comicidad física que generan en el
público carcajadas durante toda la función de “Shamrock”.
La
autora de la obra, Brenda Howlin, considera a esta obra un manifiesto de su
relación con aquellas raíces paternas provenientes de la tierra verde, ya
evidenciadas en el mismísimo título: "Shamrock es el trébol que simboliza
a Irlanda. Está en todas las casas de los inmigrantes y, aún cuando han
pasado varias generaciones desde su llegada, siguen llevándolo con orgullo,
como una escarapela”.
Para
recuperar la historia de sus ancestros, Howlin se centró en las sensaciones
y sentimientos de Mary Sullivan, una joven irlandesa que llega a cumplir con
un casamiento arreglado. “Venían sin conocer el país, ni a su futuro
esposo, para casarse e irse a vivir al campo para tener hijos. Las tías de
mi papá que llegaron desde Irlanda, tuvieron 14 hijos cada una y parían
durante toda su vida fértil”, apunta la autora y rescata la historia del
padre Fahy, una suerte de “Roberto Galán” irlandés en versión sacerdote, que
buscaba “matchear” a los irlandeses recién llegados con los que estaban por
venir para armar parejas del mismo origen.
Nano
Zyssholtz encarna el rol de dirección desde aquel momento en el que la idea
se le fue propuesta por Howlin, tocando una fibra sensible gracias a los
paralelos con las olas migratorias judias: “Cuando la leí, empecé a
encontrar puntos en común con mis antepasados judíos. Si bien llegaron en
una época posterior, los irlandeses venían escapando del hambre, y los
judíos de Europa del este de la guerra. No buscaban una vida mejor, se iban
para no morir”, sintetiza el director.
Sin
embargo, quienes acuden cada viernes al Teatro Beckett a presenciar la
historia de Mary, su prometido Dido, el coterráneo de ambos, Patrick y la
porteña Rita, no encontrarán la concreción de un amor pactado y la sumisión
de las mujeres a su destino. Howlin le dio a su protagonista la libertad de
elegir y hacerse preguntas para plantearse si quería ser “independiente”.
El
resultado es una historia que atrae por igual a los jóvenes y los mayores.
“Hemos hecho funciones para colegios, y también para grupos de jubilados.
Vino una señora con sus tías irlandesas y se emocionaron con lo que pasaba
en la obra, que era lo que les pasó a ellas”, señala la autora. “Lo
curioso es que todos los que vienen, no importa la edad, se ríen con las
mismas situaciones”, agrega el director, quien anuncia que harán
funciones hasta septiembre en el Teatro Beckett, estarán presentes en el
Festival de Teatro de Rafaela, y probablemente hagan temporada de verano.
Fuente: TÉLAM
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